Apenas se pudo ver al Príncipe Mulay Hassan, que iba rodeado por un ejército de seguridad
Es difícil que los neoyorquinos, que caminan por defecto como si llegaran tarde a su boda, se den la vuelta ante algo que se interponga en su camino. Pero ayer lo consiguió un jovencito de once años en el Upper East Side, un barrio habitado por las fortunas más rancias de la ciudad, donde se mezclan los turistas de museos despistados que tratan de buscar un restaurante donde comer, y millonarios rusos y asiáticos que arrasan las tiendas de Madison Avenue.
Ocurrió en el restaurante Nello, un italiano frecuentado por famosos pero con mala fama. Nello es propiedad de uno de los restauradores más excéntricos de la ciudad, Nello Alban, un rumano de pelo rubio teñido que asegura estar emparentado con el inspirador del conde Drácula, Vlad el Empalador. Alban hace lo propio con sus clientes cuando llega la cuenta, y su restaurante saltó a la fama hace un par de años por un artículo en «The New York Times»: un comensal se quejó de que se le cobró 275 dólares por un plato de «pasta a la trufa», sin que se le mencionara el precio con antelación.
Pero quien hizo girar las cabezas en Madison Avenue no tendría problema en hacer frente a una cuenta desproporcionada. Se trataba del Príncipe Mulay Hassan de Marruecos. Nadie hubiera sido capaz de identificar como el Heredero de la corona alauí a este chiquillo espigado y con las orejas salidas.
Llegó a Nello, cuyos vecinos son las tiendas de Fabergé y Hermès, acompañado de un grupo de adultos y chicos de su edad. Pero lo que levantó las miradas fue el ejército de guardaespaldas que protegía el restaurante, un pequeño local con poco más de una docena de mesas. Eran 20 agentes fornidos para proteger al hijo de Mohammed VI y la Princesa Lalla Salma. «Parecía una escena de ‘‘El último emperador”. El chico tiene un aire de realeza inconfundible», aseguó a «The New York Post» un testigo que estaba en el restaurante. Es lógico que el primogénito del Monarca marroquí se desempeñe ya como futuro Rey. Como parte de su preparación para recibir el trono, acompaña a su padre en los actos oficiales más importantes.
No ha transcendido si toda la comitiva, incluidos los guardaespaldas, se decantaron por la pasta a la trufa. Hubiera sido un día inolvidable para Nello Alban. Sí se sabe que bajaron la comida como tantos otros turistas, con una vuelta en bicicleta por Central Park. Debió parecer el Tour de Francia.
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